En los tratamientos de fecundación in vitro (FIV), uno de los pasos más delicados a la hora de conseguir el embarazo es la implantación del embrión en el endometrio, la capa que recubre el interior de la cavidad uterina. A pesar de que con embriones de buena calidad es muy probable lograr la gestación, no siempre ocurre. En este artículo os explicamos qué puede fallar en este proceso y qué soluciones existen.
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¿Cuándo se diagnostica fallo de implantación?
Se diagnostica fallo de implantación cuando tras tres o más ciclos de FIV en los que se han transferido embriones de buena calidad no se ha conseguido la gestación. Ante esta situación, es importante determinar cuál es la causa del problema para solucionarlo y conseguir el embarazo tan pronto como sea posible.
Las causas más comunes son la embrionaria y la uterina, aunque puede haber otros factores implicados. En ocasiones, también puede ser difícil saber cuál es la causa exacta del fallo de implantación, cosa que complica el tratamiento.
Causas embrionarias
Uno de los factores más importantes para que ocurra correctamente la implantación es que los embriones sean de buena calidad. Sin embargo, los embriones que son clasificados como de buena calidad siguiendo únicamente parámetros morfológicos no siempre tienen una carga cromosómica correcta y esto puede dificultar que se dé la implantación o que el embarazo evolucione correctamente. De hecho, las anomalías cromosómicas embrionarias son la causa más frecuente tanto de los fallos de implantación como de los abortos recurrentes.
Para averiguar si se debe a un problema cromosómico, se estudia el cariotipo de ambos padres mediante un análisis sanguíneo. También puede realizarse un FISH espermático y un estudio meiótico para evaluar la carga cromosómica de los espermatozoides.
No obstante, hay que tener en cuenta que los resultados de estas pruebas pueden ser normales y que los embriones tengan alteraciones cromosómicas. La única manera de saber si un embrión es cromosómicamente normal es mediante el diagnóstico genético preimplantacional (DGP). Éste consiste en analizar una o varias células de cada embrión antes de transferirlo para analizarlas genéticamente. De este modo, podemos transferir únicamente embriones que contengan el número adecuado de cromosomas y mejorar así las tasas de éxito de estos tratamientos.
Otras formas de poder mejorar la selección embrionaria son el cultivo largo hasta blastocisto (día 5-6 de desarrollo) y la utilización de incubadores con la tecnología time-lapse, que permite visualizar todo el desarrollo embrionario sin sacar a los embriones del incubador. Ambos métodos nos proporcionan más información sobre el desarrollo de los embriones y ésta es útil para elegir mejor el embrión o embriones para transferir. Sin embargo, no nos garantizan que los embriones sean cromosómicamente normales.
Causas uterinas
Otras de las causas de los fallos de implantación son las relacionadas con el útero. Por una parte, puede deberse a que la receptividad endometrial no sea óptima en el momento en el que se realiza la transferencia. Para que ocurra la implantación, deben expresarse unos determinados genes en el endometrio en el momento adecuado para que éste y el embrión puedan comunicarse correctamente.
Podemos estudiar si el endometrio se encuentra receptivo mediante un test de receptividad endometrial (test ERA). De esta manera, podremos congelar los embriones y transferirlos en el momento óptimo para que ocurra la implantación.
Por otra parte, encontramos aquellas causas uterinas que impiden que el embrión implante por cuestiones anatómicas, como las malformaciones uterinas, los pólipos o los miomas. En este caso, se pueden diagnosticar mediante una histeroscopia, que permite ver el interior de la cavidad uterina e incluso realizar pequeñas intervenciones quirúrgicas en el caso de que sea necesario.
Otras causas
La implantación también puede fallar por otras causas relacionadas con problemas en el cuerpo materno, como las alteraciones en la coagulación sanguínea (trombofilias), problemas inmunológicos o endocrinos, como la diabetes o la obesidad.
Para detectar estas situaciones y poder administrarle el tratamiento más adecuado a cada paciente, se realizarán análisis hormonales, genéticos, inmunológicos y de trombofilias.
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